Questa visita vi porta a scoprire i tesori spirituali e artistici della Basilica di San Pietro - la più grande chiesa mai costruita da mano di uomo, il centro ideale del Cristianesimo, la sede dei successori di Pietro - e vi farà scendere nel cuore profondo della stessa alla scoperta dell’antica Necropoli romana sopra la quale Costantino costruì la prima Basilica incorporandovi il luogo della sepoltura di San Pietro.
Questa esperienza prevede la visita con guide multilingue della Necropoli di San Pietro e con audioguida della Basilica.
In questa Basilica incontriamo San Pietro, il principe degli Apostoli, martirizzato nel 67 d.C. nel Circo di Nerone che qui si estendeva, e qui sepolto nella nuda terra dai pii cristiani. Nel corso dei secoli, su quella umile sepoltura, l’amore della Chiesa a Pietro ed il genio architettonico ed artistico di tanti uomini come Michelangelo, Bernini e Raffaello, hanno creato un luogo unico ed irripetibile di bellezza e grandezza. Nel suo centro il grande Baldacchino bronzeo realizzato dal Bernini sopra la tomba di Pietro situata nelle profondità della Basilica, a sua volta sovrastato dalla trascinante prospettiva creata nell’interno dalla cupola michelangiolesca. Nelle navate laterali e nelle Grotte sottostanti incontreremo tanti pontefici, testimoni della secolare storia della Chiesa e capolavori d’arte eterni come la Pietà di Michelangelo.
Ma poi la visita ci porterà nella vasta Necropoli romana sottostante nei pressi della quale era sorta intorno al 150 d.C. una nicchia che aveva raccolto i resti mortali di S. Pietro, passata alla storia, come il Trofeo di Gaio. Quando nel 319 Costantino decise di costruire la prima Basilica sulla sepoltura di Pietro, dette ad essa una struttura che rispettasse la dignità dell’Apostolo, ma decise anche di salvaguardare anche la preesistente Necropoli tagliando solo la parte superiore delle tombe. Sia la tomba di Pietro che la Necropoli rimasero sigillate per 16 secoli e non visibili ai pellegrini. Pio XII nel 1939 chiese ad un gruppo di archeologi di iniziare ricerche nel sottosuolo della Basilica. Terminate nel 1949, queste portarono alla luce la vasta necropoli pre-costantiniana e al suo interno la tomba di S. Pietro. Nel 1952 sulla base di alcune iscrizioni furono ritrovati i resti mortali di Pietro, oggi deposti e visibili alla venerazione dei fedeli proprio nel corso della visita.
PUNTO DI INCONTRO
AUDIOGUIDE
Tras la muerte de Pedro, algunos cristianos logran recuperar su cuerpo y le dan sepultura en la tierra desnuda junto a una cercana necrópolis que, según la costumbre romana, había surgido a lo largo de la Vía Cornelia. Alrededor del siglo II comienza la devoción clandestina al apóstol con la construcción de una cella memoriae, pasada a la historia como el Trofeo de Gayo, por el nombre del viajero que atestiguó su presencia en sus escritos.
Cuando Constantino empieza la construcción de la primera basílica, encarga a sus arquitectos que la levanten encima de la necrópolis, cortando solo la parte superior de los antiguos sepulcros. Estos pertenecían en su mayoría a libertos, esclavos liberados y acomodados que habían podido permitirse majestuosas tumbas. La nueva basílica se levanta así sobre el Trofeo de Gayo, incorporándolo en su interior en una estructura digna. La Memoria Constantiniana se mantiene por tanto como punto de referencia absoluto a lo largo de los siglos, siendo el lugar de la sepultura de Pedro. Con el paso del tiempo, sin embargo, la misma desaparece a la vista de los fieles debido a nuevas obras de elevación del pavimento de la Basílica. Solo en 1939 el papa Pío XII contrata a un grupo de arqueólogos para que investiguen el subsuelo de la Basílica. Estas excavaciones, finalizadas en 1949, conducen al descubrimiento de la amplia necrópolis preconstantiniana. A partir de 1952, la epigrafista Margherita Guarducci encuentra una inscripción que confirma la ubicación de la tumba de Pedro y permite hallar sus restos mortales. Tras una larga fase de análisis de los huesos, encomendada a científicos expertos, se confirma que dichos restos coinciden con el perfil de Pedro, y en 1969 el papa Pablo VI anuncia al mundo el hallazgo de los restos de San Pedro.
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La Basílica de San Pedro se levanta en el año 324 d.C. por obra del Emperador Constantino cerca del Circo de Nerón, en el lugar exacto del martirio y de la sepultura de Pedro. En 1450, Nicolás V decide emprender la renovación de la antigua basílica, encomendando el encargo al arquitecto Bernardo Rossellino.
Las obras se retoman en 1505 bajo el papa Julio II, quien ya no pretende restaurar la antigua basílica, sino que desea construir una nueva, que responda a las exigencias de los nuevos tiempos. Así comienza la aventura de la nueva Basílica de San Pedro, acompañada por el esfuerzo incesante de los pontífices y por un relevo magistral entre los mejores arquitectos y artistas de la época, que terminará tras 150 años con la realización de la columnata a manos de Bernini, en 1657.
Unos diez arquitectos se sucederán en esta obra colosal y cada uno aportará su visión de la basílica, creando una alternancia de proyectos que, lamentablemente, repercutirá en los tiempos de su finalización. La Basílica de San Pedro es la iglesia más grande que existe hoy en día. Con más de 183 m de longitud y una superficie de 20.000 m², puede acoger hasta 12.000 personas. Que es la mayor de todas lo demuestran, como dato curioso, las medidas de las quince iglesias más grandes del mundo, inscritas con letras de bronce en el pavimento a lo largo del eje longitudinal de la nave. La nave central, marcada por cuatro grandes pilares y otras tantas arcadas, está flanqueada por las naves laterales más estrechas, en las que se abren preciosas capillas.
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